Gazpacho francés que no era gazpacho aunque lo parecía

Una de las cosas más curiosas que he probada este mes es un gazpacho que era todo menos un gazpacho aunque lo llamaran gazpacho. Me lo sirvieron en un restaurante en el sur de Francia, que como es lógico, no se les puede solicitar que sepan hacer un gazpacho como mandan las cocinas andaluzas. Pero es que daba la sensación de que lo habían sacado de un mal libro de recetas que no es posible que fuera español y que nunca habían probado uno auténtico.

Un gazpacho además de ser una sopa fría, es una crema. Es untuoso, ligado, con un sabor vegetal claro, que no siempre debe recordar al tomate sino a mucho más. Un gazpacho siempre debe llevar el aceite de oliva mezclado en su composición para convertir el plato en algo muy mezclado y cremoso.

Lo que nos sirvieron en un menú muy bien elegido pero fallado en su gazpacho, era un batido de tomate con posiblemente algo de queso, algo de pimiento creo que rojo y cebolla, sin ajo, sin pepino, sin vinagre. Lo curioso es que resultó muy agradable, con algún pequeño toque de pimienta para crear el efecto ligeramente picante del ajo, y con el aceite por encima, que también se puede poner en un gazpacho, pero sin nada en su composición interna. Era como un batido de frutas vegetales, espeso y con grumos ligeritos, y una terminación de perejil para darle frescura. No era un gazpacho, pero era curioso. E incluso creo que más complicado de hacer que un auténtico gazpacho.