¿Son malos los embutidos para la salud?

Imagen de la revista Buena Vida
Ante esta imagen resulta complicado negar que suena a maravilloso este color, los sabores que se encierran en la imagen, las ganas de servirnos una degustación de embutidos españoles, de calidad y de control en sus procesos de fabricación. ¿Pero es bueno para la salud tomar embutidos?

Todos hemos escuchado muchas veces que estas carnes procesadas son malas, llevan muchas grasas animales, afectan a nuestra salud cardiovascular, dicen que incluso al cáncer, etc. Lo cierto es que nuestra salud depende de muchos factores externos que no controlamos. La contaminación, los ingredientes que consumimos sin saber que los tomamos añadidos a casi todos nuestros alimentos, nuestra dependencia de la química que va en aumento, nuestra forma poco natural de vivir, el estrés, los abusos en la alimentación por cantidad y que no controlamos, los tóxicos que tomamos sabiendo de antemano que son malos, como es el tabaco y los alcoholes.

También los embutidos se dividen en dos clases muy claras. Los buenos y los malos. Los segundos son los que se fabrican con las partes menos nobles de las carnes de desecho del cerdo. Todos aquellos trozos de carne que no sirven para hacer jamones, carnes que no puede ir directamente a la venta al por menor, zonas con sangre y con más grasa de lo normal, zonas con mucha menos venta que el resto. Los embutidos primeros son sin duda (visitar una fábrica y lo comprobareis) carnes de calidad, jamones, carnes para chorizos y similares, que van a trozos y no en forma de puré, que son perfectamente reconocidos cuando se observa su fabricación.

Con todo debemos admitir que el abuso en cantidad no es bueno ni en embutidos, ni en leche de vaca ni en nada que nos sirva para alimentar. El gran problema, casi el primer problema, no es tanto el tipo de alimentación —si sabemos mantenernos dentro de una dieta tipo mediterránea— sino la enorme cantidad de alimentos que ingerimos. Tomar 20 ó 30 gramos de embutido al día no es tan peligroso como empapuzarnos de hidratos de carbono lleno de salsa procesada para terminar con bollos comerciales de los que desconocemos sus ingredientes reales.

Sopa de cerveza del norte de Europa

La sopa de cerveza es un plato caliente del norte de Europa que se conoce desde hace siglos, aunque en la cocina española no sea ni habitual ni común. Pero eso no nos evita dejarles la receta. Yo prefiero emplear una cerveza suave, aunque una tostada de mucho más sabor.

Ponemos en una olla un litro de cerveza a la que le añadiremos una cucharadita de azúcar para quitarle el amargor y un picado fino de cilantro o perejil, dejando hervir todo. Se puede añadir un golpe de pimienta blanca e incluso una cucharadita (de postre) de nata.

Mientras hierve la sopa cortaremos muy finas, unas rebanadas o lascas de pan de hogaza, mejor si es de centeno.

Cuando la sopa ya lleve 5 minutos de hervor le añadimos dos yemas de huevo batido. En unos bols habremos puesto los trozos finos de pan y añadimos por encima la sopa que serviremos en ese momento. Sopa nueva y muy rápida además de sencilla de realizar.

Aprendamos a jugar con los vinos

Unos de los grandes y viejísimos inventos de la humanidad, es sin duda el vino o todas esas bebidas fermentadas que desde hace miles de años alegran las sensaciones y abren los apetitos. Al menos los apetitos de hablar. El vino está vivo —ya sé que lo sabe— y nosotros también estamos vivos, y la mezcla de estos dos elementos vivos producen una serie de sensaciones nunca iguales, difícilmente repetibles. Yo les propongo un sencillo juego.

Para este ejercicio casero de cata, se necesitan al menos 2 personas aunque lo ideal es 4 con diferente experiencia enológica para enriquecer de opiniones el encuentro con los vinos.

Ponga en 4 copas normales un rosado del año, un tinto crianza, un manzanilla o fino seco y un rancio dulce u Oporto. Vinos totalmente diferentes, muy diferentes.

Empiezan a probar por el orden que he colocado antes los vinos  (con calma y degustando) y a comentar entre ustedes las sensaciones de cada uno de ellos.

Olor, textura del vino en boca, sabor, sensaciones en la totalidad de la degustación, e intenten buscar comparaciones con otros sabores que ya conocen. Y digan qué tipo de vino les gusta más y porqué. Intenten adivinar si se apodera algún sabor en especial, los sabores primarios del vino o sabores que le recuerden a otros elementos conocidos pero ajenos al mundo del vino, y si detectan en su sabor algún signo de frutas, de especias, de olores que le recuerden a productos conocidos.

Una vez acabada la cata, y sin dejar de hablar entre vosotros , cosa lógica si hay vino en la mesa, empiezan a volver a beber unos sorbos de los distintos vinos en un orden aleatorio. Observarán que todo lo que antes han dicho sobre cada vino ha cambiado. Cada repetición de cata, el vino de cada clase le produce distintas sensaciones al beberse en otro orden.

Esta prueba se puede llevar al infinito.

Si quiere, entre cata y cata tome un poco de pan con muy poco de queso suave, y varíe las clases de queso entre suave y azul, entre Gruyere auténtico y Picón, entre Camembert y Pata de Mulo. O meta en el juego algo de jamón o de repostería dulce. Los resultados que les ofrece el vino son siempre distintos. Ya, ya sé que lo sabía, Solo estoy jugando.

Sin duda como decíamos antes el vino está vivo, y lo más importante, usted también, porque se da cuenta de los cambios.

¿Qué es el surimi o el kamaboko?

El surimi llamado también kamaboko es básicamente una forma de vender pescado barato que no tendría comercialización de otra forma que no fuera convertirlo en pasta y a partir de ella hacer figuras diversas para vender a un precio mayor del que costaría sin procesar. Es un producto con muchos siglos de antigüedad que se empezó a realizar en Japón como una forma de cosnervar el pescado durante más tiempo. Con las capturas de peces pequeños, raros, rotos, poco presentables e incluso poco comestibles por contener exceso de raspas, se realiza un puré de pescado al que tras numerosos lavados se logra una pasta blanca como si fuera un pienso compuesto líquido de pescado, pero ya sin sabor.

Normalmente suelen ser bacalaos o abadejos, fletanes, platijas, corvinas, morenas, hoki, merluzas, caballas, pangas, algunos tipos de la familia de los tiburones, etc. que se lavan varias veces y durante varios minutos cada vez en sustancias preparadas para ello para quitarles color y espinas aunque en el proceso también pierdes vitaminas, minerales y parte de las proteínas líquidas. Una vez convertidos en una masa que se deshidrata parcialmente, en una pasta sin espinas que se puede modelar y dar nueva textura, se le añade sabor artificial para asemejarse a marisco, colorante más conservantes, almidones, azúcares, albúminas, etc. y se le da forma comercial, se envasa y se congela (casi siempre). Es una manera barata de tener proteínas, excepto que en verdad y en los países occidentales la comercialización convierten a esta pasta en un producto no tan barato.

Lo curioso es que no sabemos qué comemos, de qué tipo de pescado, de qué mar, de qué país de procedencia pues se mezclan varios, incluso qué cantidad de productos añadidos o restados tiene el producto final, pues los empaquetadores compran bloques ya procesados de esas masas de car de pescado, a la que finalmente le añaden sus propios sabores, sus formas y tipo final de comercialización. Pagamos el sabor, la textura, la forma, el engaño de creernos nosotros mismos que es un producto nuevo, pero en realidad es un puré de varios pescados desconocidos, excesivamente limpio de todo y excesivamente añadido de muchas más sustancias que presuponemos están perfectamente controladas.

Precios escondidos y mentirosos en productos de alimentación

Curiosamente los grandes centros comerciales juegan con sus ofertas a través de intentar engañar la percepciçón que tenemos todos de los precios reales de sus productos. on las ofertas enmarañadas de ofertas cada vez más asentadas, se busca que el consumidor no sepa en realidad cuánto paga y qué precio tiene lo que compra, para que no lo pueda comparar con el mismo producto de otros centros comerciales.

A los 3X2 se suman los 2X1, o los más modernos pero ya clásicos de un gran descuento sobre la segunda o tercera unidad. En este ejemplo os muestro un detalle de lo que explico y que deberían estar prohibidos.
A unos lomos de salmón ahumado le ponen un precio alto de 12,59 euros el paquete lo que sale el kilo a 50,36 euros. Pero si comprar una segunda unidad esta lleva un descuento del 80% quedando esa unidad a 2,52 euros. ¿No habíamos quedado que es ilegal vender a pérdidas? ¿Quiere eso decir que si se vende a 2,52 euros y no es a pérdida, es eso lo que le cuesta a la cadena de alimentación que lo comercializa?

Pero vamos a aceptar esos precios. ¿Cual es el motivo por el que el precio unitario se muestra mucho más pequeño, en un tipo de letra normal y no “negrita” y además en blanco y negro y no en color? ¿Tal vez para destacar el precio de 2,52 euros de la segunda unidad que es irreal, pues nunca puedes comprar este producto a 2,52 euros? Es decir, si te obligas (tú, efectivamente) a comprar dos unidades de un producto perecedero, están pagando cada uno de ellos a 7,56 euros, pero eso precio no figura en ninguna indicación de la etiqueta de precio. ¿Esto es ilegal, alegal, consentido, bonito, marketing sólo, ganicas de enredar?

Un consejo. Si no tienes calculadora, lo mejor es que NO compres, pues no eres capaz de saber el precio real del producto